Tetiana Zhukova: “Russia needs war; its economy and population control depend on it” (in Spanish) | ZMINA Human Rights Center

Tetiana Zhukova: “Russia needs war; its economy and population control depend on it” (in Spanish)

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La invasión rusa de Ucrania va camino de cumplir su cuarto aniversario y en todo este tiempo, Rusia ha cometido barbaries como la masacre de Bucha, el bombardeo contra el teatro de Mariúpol repleto de civiles o el ataque aéreo de la semana pasada contra un centro en un pueblo de Donetsk donde un grupo de jubilados hacía cola para recibir la pensión, matando a 24 de ellos. Para evitar que todos estos sucesos queden en el olvido, Tetiana Zhukova, 28 años y natural de Leópolis (oeste de Ucrania), como responsable del Centro de Derechos Humanos ZMINA, realiza una importante labor de documentación sobre todos estos crímenes de guerra cometidos por el Ejército invasor.

Tetiana Zhukova, Centro de Derechos Humanos ZMINA – Cortesía

El trabajo de Zhukova, que se centra principalmente en las zonas ocupadas por Rusia y aquellas que han sido liberadas por los ucranianos, no se limita tan solo a los últimos tres años y medio de guerra, sino que se remonta a la invasión rusa de la península de Crimea en 2014. “Nos enfocamos en documentar persecuciones, secuestros, torturas, deportaciones y juicios con motivación política de tal forma que brindamos apoyo a las víctimas, promovemos la liberación de los rehenes civiles, contamos sus historias y las llevamos a mecanismos internacionales”, explica Zhukova en conversación con El Debate.

–¿Por qué decidió involucrarse en este proyecto?

–Mi historia con los derechos humanos comenzó cuando me encontraba cursando el máster en Derechos Humanos en la Universidad de Valencia, donde comprendí los valores de la defensa de los derechos humanos y decidí dedicarme a su protección.

Siempre quise ayudar a personas alrededor del mundo, pero la guerra sacudió a mi hogar. Vi misiles volando sobre el techo de mi casa y cayendo en una escuela vecina, a mi hermana escondida en un refugio antiaéreo en lugar de asistir a sus clases, a la amiga que perdió a su marido. Todo porque Rusia ha intentado durante siglos destruir Ucrania y todo lo ucraniano. Fue entonces cuando comprendí que debía luchar por los derechos humanos y la justicia de mi propio país.

Siempre quise ayudar a personas alrededor del mundo, pero la guerra sacudió a mi hogar

Para mí, involucrarme en ZMINA no es solo un compromiso profesional, sino también personal. Defender a las víctimas, documentar crímenes y garantizar rendición de cuentas es la manera en que puedo contribuir a proteger a mi comunidad, a Ucrania y a la justicia internacional.

–¿Cómo logran contactar con los ucranianos que están en zonas ocupadas por Rusia?

–Anteriormente, aunque ya era peligroso, resultaba un poco más fácil contactar con personas en territorios ocupados. Por ejemplo, ZMINA incluso documentó casos en la Crimea ocupada, donde nuestros expertos hablaron con residentes locales a pesar del riesgo de detención.

Desde el inicio de la invasión a gran escala, Rusia ha intensificado la persecución en los territorios ocupados. Defensores de derechos humanos, periodistas y cualquier persona que se comunique con ellos son secuestrados, torturados y asesinados en cautiverio. Además, Moscú etiqueta a las ONG independientes como organizaciones extremistas y encarcelan a quienes colaboran con ellas. Por eso, cualquier comunicación de los habitantes de los territorios ocupados con el mundo exterior a día de hoy es extremadamente peligroso.

Misiones de documentación en los territorios liberados – Cortesía

¿Qué encuentran cuando llegan a zonas liberadas por Ucrania?

–Destrucción, casas arrasadas y vidas destrozadas. Durante la ocupación, los rusos realizan todo tipo de ataques indiscriminados, borrando del mapa barrios enteros. Tras tomar el control, se infiltran y detienen a cualquiera que pueda oponerse a la ocupación, por ejemplo, si alguien lleva las uñas con los colores de la bandera ucraniana o le da “me gusta” a un post pro-ucraniano en redes sociales, se arriesga a ser detenido, arrojado a un sótano y torturado hasta que se cansen o acabe muriendo.

También secuestran y deportan a niños, otros son militarizados mediante un sistema educativo reformado según los patrones rusos. La lengua, la cultura y la identidad ucraniana son sistemáticamente atacadas y las tratan de eliminar.

Cuando los ucranianos liberan estos territorios, queda un vacío. Se encuentran muchas fosas comunes de personas que hasta hace poco tenían planes de vida y también queda un sentimiento de miedo a que los ocupantes puedan volver, pero también se percibe un fuerte sentido de amor por la libertad e indomabilidad. Esto se nota, por ejemplo, cuando los habitantes muestran con orgullo las banderas ucranianas que escondieron cuidadosamente durante la ocupación, arriesgando sus vidas.

Algunas personas se animan a dar testimonios sobre lo que sufrieron durante la ocupación y creen en la liberación de sus familiares y en que los responsables serán llevados ante la justicia. Otros están demasiado traumatizados para hablar y ahí es donde entramos nosotros, para ayudarles a recuperar la fe en un mundo justo y humano.

Entiendo que habrá muchos testimonios que le han impactado a lo largo de estos años, pero ¿podría relatar alguno que le haya tocado especialmente?

–Realmente no puedo elegir sólo uno, tengo en mente los de cientos de personas. Por ejemplo, la periodista Viktoria Roshchyna, que fue retenida por los rusos durante más de un año por informar sobre lo que ocurría en los territorios ocupados; la mataron en Rusia y su cuerpo fue devuelto a Ucrania con señales de tortura y sin algunos órganos. También recuerdo a la defensora de derechos humanos Viktoria Amelina, quien fue asesinada por un misil ruso mientras estaba en un restaurante con una delegación de periodistas colombianos. O los voluntarios Anastasia Yalanska, Maksym Kuzmenko y Serhiy Ustymenko, cuyo coche fue acribillado por las fuerzas rusas en la región de Kiev mientras iban a llevar comida a un refugio de animales.

También pienso en los miles de civiles retenidos en cautiverio, como la jubilada de 70 años Halyna Dovhopola de Crimea por su postura pro-ucraniana, o la joven Appaz Kurtamet, condenado a siete años de prisión por enviar diez euros a un amigo que servía en las Fuerzas Armadas de Ucrania.

¿Qué saben del voluntario español, Mariano García Calatayud, apresado por Rusia?

–Mariano García Calatayud es un voluntario humanitario español de 77 años, originario de la Comunidad Valenciana. Se mudó a Ucrania en 2014 para brindar ayuda, especialmente a niños afectados por la guerra. Tras la ocupación rusa de Jersón en 2022, participó en protestas contra la invasión, lo que llevó a su detención por las fuerzas rusas el 19 de marzo de 2022. Desde entonces, su paradero ha sido incierto.

Las autoridades rusas confirmaron su detención en 2023, pero no proporcionaron detalles sobre su ubicación ni los cargos en su contra. Se sabe que estuvo recluido en un centro de detención en Crimea, donde fue sometido a torturas. Posteriormente, se informó que había sido trasladado a la región de Jersón, pero los intentos de localizarlo han sido infructuosos y durante dos años no se sabe nada de él.

Tanto el Gobierno español como organizaciones de derechos humanos han enviado continuamente solicitudes sobre su paradero, pero Rusia, como en el caso de otros miles de civiles prisioneros, simplemente ignora todas estas peticiones.

Misión de documentación de crímenes de guerra en Ucrania – Cortesía

¿Qué tipo de crímenes contra civiles son los más habituales?

–Es importante entender que la magnitud de estos crímenes es enorme: hasta ahora se han registrado más de 186.000 crímenes internacionales cometidos por Rusia, y esta cifra sigue creciendo cada día.

Entre los crímenes se encuentran los ataques indiscriminados contra áreas residenciales, escuelas, hospitales e infraestructuras civiles, provocando miles de desplazados y muertos, incluidos 653 niños desde 2022. Además, hay violencia sexual contra mujeres, hombres y menores, deportaciones forzadas –20.000 niños–, así como adoctrinamiento de personas bajo ocupación.

Hasta ahora se han registrado más de 186.000 crímenes internacionales cometidos por Rusia

¿Cree que algún día Vladimir Putin pagará por los crímenes cometidos en Ucrania?

–Hasta ahora, el Tribunal Penal Internacional ha emitido seis órdenes de arresto contra ciudadanos rusos, incluso Putin, y se han aplicado sanciones contra sectores específicos de la economía rusa y contra individuos responsables de crímenes. Esto ya constituye una forma de que paguen por sus acciones, a través de su aislamiento de la comunidad internacional. Y todos debemos tomar conciencia y exigir que los responsables sean castigados.

Pero no se trata solo de Putin: todos los involucrados en la agresión y otros crímenes internacionales cometidos en flagrante ignorancia de las normas internacionales deben rendir cuentas. Esto incluye a países que apoyan activamente la guerra rusa, como Bielorrusia, China, Irán y Corea del Norte, en particular en casos como el traslado forzoso de niños desde Ucrania en el caso de Bielorrusia.

Rusia necesita la guerra: su economía y el control de su población dependen de ella

¿Cree que la guerra terminará pronto?

–Es difícil prever el final de la guerra. Ucrania, por su parte, quiere la paz más que nadie, pero esa paz debe ser justa y duradera. Rusia, en cambio, necesita la guerra: su economía y el control de su población dependen de ella. A esto se suma que más del 70 % de la población rusa respalda la invasión, lo que brinda a Putin y a su Gobierno un apoyo interno que facilita la continuidad de sus objetivos.

Putin aceptará una salida pacífica cuando entienda que no puede ganar. Negociar con él sin firmeza no acorta el conflicto, lo prolonga, porque alimenta su idea de que puede conseguir por la vía política lo que no logra en el campo de batalla. Rusia libra, además, una guerra híbrida en toda Europa, y sus metas parecen más amplias de lo que muchos suponen.

Por eso, la comunidad internacional no debe tolerar más violaciones del derecho internacional. Debemos obligar a Rusia a acabar esta guerra en condiciones justas y ser firmes en la defensa de los valores democráticos y de derechos humanos, para impedir que esta amenaza se extienda a otros países.

Source: El Debate

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